Ya sabía que la opinión de los demás iba siempre en contra de lo que ella pensaba. Pero, ¿Qué podían saber ellos? ¿Cómo pueden saber lo que ella siente si no lo viven en carne propia?.
Algunos días pensaba en resignarse, Algunos otros la palabra "resignación" era una mala palabra.
Es que resignarse significaría renunciar al sueño. No sabía por que, pero seguía creyendo en la posibilidad de que algún día el la correspondiera -si es que no lo hacía ahora-. Sabía que ella no le era indiferente a él. Porque sabía que él preguntaba por ella, sabía que a él le importaba lo que ella podía pensar...pero igual esto podía no implicar que él la quisiera, pero, si él no la quería debería ignorarla, no preguntar por ella.
Decidió no hablarle, tratar de convencerlo -por más mentira que sea- de que el era parte de su pasado. Pero se mordía los codos al verlo y se mordía la lengua para no hablarle, se mordía los codos al pensar si él pensaba en ella o no. Aunque a estas alturas, ella sabe que el no la ignora, porque sabe que él nunca conoció alguien igual.
Pero, a todo esto, ¿qué pasa por la cabeza de él? ¿en qué falla ella? ¿falló desde el principio o falló en el camino? ¿realmente falló? ¿cambió tanto él? ¿cambió tanto ella?
Nunca falta el típico "No ves que no te merece, vos te mereces alguien que te valore más". Y ella piensa ¡¿A quién carajo le importa lo que merezca ella o lo que merezca él?!
Y están las ganas de tirar el orgullo debajo de un camión y soltar todas las cosas que tiene en la cabeza, decirle a el que lo quiere así, tal cual y sin vueltas, decirle que lo extraña aunque en realidad nunca fué suyo, decirle que nadie en el mundo lo puede querer como lo quiere ella, decirle que para ella no existe nadie más que él.
¿Y por qué no hacerlo? ¿Por qué no terminar con el ida y vuelta de todos los días?...es miedo.
Y ¿si la rechazara? ¿Y si tuviera buenos fundamentos para ello? Es que era eso, ella prefería vivir en la incertidumbre de levantarse todos los días pensando en él y dudando si el hace lo mismo o no, prefería eso a arriesgarse a que terminen con su duda por una verdad que ella rechace. Porque prefiere soñar. Ama esos segundos esporádicos del día, en los que sueña que tal vez él también piensa en ella, que él también tiene miedo de pisar su orgullo, que él también tiene miedo al rechazo, que tal vez en un corto plazo -que ella parece no notar que cada vez se extiende más y no quiere dejarlo morir- él se anime y deje de callarse.
Nunca se le ocurre pensar que tal vez el no está callando nada; Nunca se le ocurre pensar que sus esporádicos sueños son eso, sueños, sus deseos recreados en su cabeza, no se le ocurre pensar que la realidad está en contra de lo que ella quiere, no piensa en que solo pierde el tiepo pensando en él.
¡Pero es que no alcanza! ¡no alcanza con las pruebas que tiene de no estar en los planes de él! ¡no alcanza! Porque hay algo dentro de ella que no deja morir la ilusión, hay algo que ni siquiera ella sabe qué es, pero que mantiene viva la esperanza de que el agache la cabeza...es que ese día, ella no puede imaginarlo: Tan raro, tan especial, tan importante tan mágico, tan ideal, que superaría su imaginación y por tanto ella no se lo puede imaginar.
¡Ay Dios!, es que si él viniera en 15 minutos, ella se casaría con él allí mismo.
Pero no llegó ese día, al menos no todavía.
Y el problema es que a tan corta edad, tiene el alma tan envejecida como Penélope...es que tiene clausurado el corazón. No hay lugar para nadie más. Es joven, es bonita, tiene admiradores, enamorados, hay quienes la aaceptan así tal cual es, incluso con ese carácter heredado de sus ascendentes eslavos que estpanta a tanta gente. Pero todos sus pretendientes terminan como esas mariposas que se acercan demasiado a la luz, achicharrados y en el suelo. También hay quienes deciden no acercarse, es que ella tiene algo misterioso en la mirada, algo que dice que nadie intente acercarse porque ella solo vive para alguién más. Tiene una luz en la mirada que rechaza sin palabras hasta al hombre más enamorado. Y además en su carácter tiene esa actitud que convierte a quienes que buscan su amor en amigos, haciéndolos olvidar sus intenciones previas.
Es que ella piensa dedicar su vida a esperarlo, y a lograr también que nadie lo note, parce no necesitar ningún hombre, cuando en realidad daría sus ojos por ese solo. Parece prescindir sin problemas del amor, cuando está viviendo ese sentimiento tan intenso por él. Entonces así vive, en la espera del día a día. En el sueño inmortal. En ese amor que no se acaba, aceptándolo cada día más, cuidándolo cada día más, soñándolo cada día más, y a veces parece que ella puede vivir así por el resto de sus días.
Como a Penélope, el reloj infantil se le paró, todavía vive en un mundo de sueños y fantasías, aunque también cada día es más mujer con todas sus letras. Su amor no se fué lejos, pero ella lo espera igual, y tal vez lo siga esperando mañana, y tal vez pasen meses, ya pasaron un año y 6 meses, tal vez pasen más años, tal vez pase un siglo. Tal vez ella muera esperando, o tal vez el venga un día, mañana, en un mes, en un año o en un siglo. Y la va a encontrar ¡porque ésta es su esperanza! ¡porque ese es el sentido de todo esto!
Y ella lo va a esperar...ya no busca que la comprendan, solo espera, en el silencio de este amor martirizante.
